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Para analizar el presente y futuro del agro la Facultad de Ciencias Agrarias realizó el seminario “Hacia una producción sustentable en la fruticultura y viticultura”.

La decana Hermine Vogel, señaló al saludar a los presentes, que hoy la gran pregunta es “cómo producir fruta y vino de calidad y en cantidad, sin agotar los recursos naturales, por lo que el desafío del sector es generar espacios de diálogo y discusión para colaborar”.

Uno de los expositores fue el profesor José Antonio Yuri, quien se refirió a “Fruticultura chilena: Productividad – Competitividad – Sustentabilidad”.

El académico explicó que la fruta ocupa 340 mil hectáreas de plantaciones en el país. “Si bien el cobre alcanza un 55 por ciento de ellas, el sector compuesto por forestal, fruta, pesca y vino, ocupa un 26 por ciento, por lo que es importante mantenerlo para el desarrollo del país”.

En ese escenario ¿Qué se debe mejorar para ser un sector sustentable? Yuri señaló que el uso de plásticos debe solucionarse mediante reciclado. “Existe el embolsado para que la manzana mantenga el color pink que gusta a los taiwaneses; así como la malla tipo calcetín, o los reflectantes para mejorar la coloración desde debajo de la copa. Se está empezando a tomar conciencia y ya hay empresas que retiran estos restos y los enfardan. Las carpas de los túneles también deja un rastro que no nos conviene dejar”.

Al respecto, un punto importante a investigar es la contaminación con microplásticos en el agro, que -según el profesor Yuri- es el tema de un trabajo que está realizando la académica Gilda Carrasco.

Entre las metas para alcanzar la sustentabilidad en el sector, el experto mencionó el uso de barcos cargueros con energía solar; producción de mayor tonelaje para disminuir huella de carbono (hoy se cultiva menos para mejorar el color); y propiciar el consumo interno. “En Alemania existe un convenio para comprar manzanas para los colegios a huertos experimentales. No puede ser que en Chile la manzana producida termine como la remolacha, para la producción de azúcar, con gran costo energético y una alta huella de carbono. No tiene sentido”, dijo.

Finalmente, el académico recalcó que la producción frutícola debe ir acompañada de mayores consideraciones ambientales, como el reciclaje del plástico usado, “lo que es una oportunidad para las empresas de reciclaje”.

VINO
En la actividad, el profesor Yerko Moreno se refirió a “Sustentabilidad en la vitivinicultura”, relatando que desde 2010 se vive una profunda transformación con mejoras tecnológicas en bodegas, sanidad, nuevos viñedos y nuevas zonas vitivinícolas. “Hay una multiplicación de productos y marcas, con una diversidad gigantesca de vinos para 300 mercados. Chile llega a las mesas de miles de millones de consumidores”.
Al mismo tiempo, hay nuevos desafíos. En este sentido, destacó el aumento de la temperatura por los gases invernadero.

“Hace 10 ó 12 años el escenario no se veía tan pesimista, pero ahora sabemos que el escenario es el más pesimista posible. La uva sufre golpes de sol por mala orientación, por ejemplo lo que está obligando al uso de bloqueadores solares. Tal vez debamos cambiar la orientación de los cultivos, con la fruta más escondida, que todo lo contrario a los que sabíamos. Hay menos agua. Antes era abundante, lo que permitió expandir las fronteras vitivinícolas. Sin embargo hoy, el escenario es complejo. Ya no vemos surcos para riego con abundante agua. Creo que ya no van a existir, dando paso al riego por goteo. Se ven cada vez más viñedos afectados por estrés”.

El 2019 fue crucial, ya que -según explicó Moreno- parte de la industria tuvo que abandonar algunos sectores por falta de agua; “muchos podaron sus plantas esperando que mejorara aquello. Hoy, los productores deben decidir si seguir o no. Entonces ¿Debemos avanzar a una viticultura de secano? El gran desafío hoy es cómo adaptarnos a las nuevas condiciones para sostener la producción en la zona central. Si es así ¿Los consumidores estarán dispuestos a pagar más? Porque hemos visto nuevas variedades y nuevos clones, pero tenemos problemas de exceso de salinidad que hacen imposible algunos injertos. Por lo tanto debemos buscar la mejor estrategia para enfrentar el cambio climático”.

Moreno agregó que probablemente cambien los perfiles aromáticos de los vinos, con fruta más madura, lo que plantea un desafío ya que no se sabe si los consumidores lo aceptarán. “O cambiamos los cultivos o nos movemos. El caso de la viticultura en Itata nos hace pensar en una segunda expansión”, dijo el académico, quien agregó que una tarea para los industriales es el manejo sustentable, con cuatro desafíos: maximizar la producción de fruta y vino de calidad, a costo razonablemente bajo, con eficiencia del sistema, es decir, menos uso de agua, menos pesticidas, menos fertilizante y menos uso de energía”.

“El viñedo debemos verlo como un agroecosistema, donde el suelo es la base de este sistema, que va pasando de dueño en dueño, y si lo descuidamos podemos generar un proceso erosivo y perjudicar cualquier tipo de actividad. Los viñedos tienen que respetar el suelo y su biodiversidad, debemos estar dispuestos a reducir los agroquímicos y proteger a los insectos, por ejemplo, realizando una producción amigable con el medio ambiente, socialmente equitativa y económicamente viable”.

Finalmente, recalcó que “el manejo sustentable es amplio, donde se cruzan la agricultura orgánica, con manejo integrado de plagas (con las restricciones propias), y la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). La agricultura sustentable debe tener RSE, porque una empresa exitosa entrega rentabilidad a sus dueños, mejora la calidad de vida de sus trabajadores, de la comunidad que la rodea y del medio ambiente donde está inserta, con estrategias pensadas no solo en el presente, sino también en las siguientes generaciones”.