Desastres naturales en Latinoamérica impiden a la región salir del subdesarrollo
SANTIAGO, 9 ago (Xinhua) -- La falta de recursos en América Latina y el Caribe para prevenir y gestionar desastres naturales, que embisten a la región con mayor frecuencia e intensidad a medida que avanza el cambio climático, impiden a la región dejar atrás el subdesarrollo y reducir la alta desigualdad, señaló el agroclimatólogo chileno Patricio González Colville.
"Los eventos climáticos son cada vez más extremos y eso hace que cada vez se vuelva más difícil salir del subdesarrollo (...) Vamos a sufrir lo que la Organización de Naciones Unidas llama 'ebullición climática', cuyo impacto a nivel humano y económico va a ser bastante alto y retrasar el desarrollo económico de los países", dijo González en entrevista con Xinhua.
América Latina y el Caribe es una región fuertemente golpeada por fenómenos naturales, como sismos, inundaciones por lluvias, sequías, huracanes, erupciones volcánicas e incendios forestales que golpean al territorio periódicamente, debido a su ubicación y sus características geográficas.
Entre 1960 y 2020, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) documentó alrededor de 3.570 desastres de este tipo en la región, los que provocaron unas 573.000 muertes, afectaron a 321 millones de habitantes y provocaron daños por 328.000 millones de dólares.
De acuerdo con el académico de la Universidad de Talca de Chile, con el avance de la triple crisis planetaria del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, el mundo se encuentra actualmente en "un punto de no retorno", lo que implica la agudización de este tipo de emergencias.
"Hay un calentamiento que está empujando al planeta a un camino casi desconocido para los climatólogos, en cuanto a los eventos extremos que pueda haber en el futuro. Ahí está el temor respecto a la vulnerabilidad de los países", sostuvo el miembro del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (CITRA).
En palabras de González Coville, la región latinoamericana no posee instrumentos tecnológicos para predecir o dimensionar la magnitud de los desastres naturales, además de escasas políticas para la prevención de riesgos y anticipación a estas catástrofes.
A su juicio, la infraestructura rural y urbana, que ha tenido una rápida expansión a raíz de la migración del campo a la ciudad en busca de una mejor vida, tampoco está preparada para soportar los embates de la naturaleza, provocando daños en carreteras, puentes, viviendas, hospitales y colegios, así como el corte de suministros básicos como la electricidad, el acceso al agua y combustibles.
"La principal problemática es la falta de recursos económicos, es la clave del problema (...) Los Gobiernos tienen que aportar para sacar a la gente de esta situación crítica en la que caen cada vez que existen estos eventos climáticos. Tuvimos la oportunidad hace dos décadas de invertir para reducir el daño, pero no lo hicimos y ahora el impacto climático nos alcanzó e, incluso, nos superó", abundó.
Según informes de la Cepal, los fenómenos climáticos destructivos están entre los factores que inciden negativamente en el potencial de crecimiento y sustentabilidad de los países latinoamericanos, ya que las actividades de reconstrucción o reparación utilizan recursos que en otras circunstancias podrían destinarse a cerrar las brechas de pobreza, desigualdad y desarrollo.
A los altos costos que esto significa, se suma la pérdida de flujos en los circuitos económicos relacionados a la producción, el empleo, los ingresos públicos y privados, con grandes pérdidas para la industria agrícola, clave para el sustento de una gran parte de las naciones de esta región, de acuerdo con las investigaciones de organismos internacionales.
En el caso de Chile, un temporal de lluvias con vientos huracanados de dimensiones inéditas en la zona central del país sudamericano, que superaron la semana anterior en el área urbana los 124 kilómetros por hora y sobrepasaron en las localidades rurales los 180 kilómetros por hora, ha sorprendido a los profesionales meteorológicos locales.
"En Chile somos muy precarios en temas de pronóstico meteorológico, porque no tenemos radares que nos permitan escanear las nubes para saber qué potencial tienen. Un ejemplo de esto es la incapacidad de predecir los vientos huracanados que hubo. Esto es increíble en un país que, entre los 10 riesgos más altos del cambio climático, tiene 7 que lo pueden afectar", sostuvo González Colville.
La caída de árboles y postes en la capital de Santiago ha mantenido por más de 7 días a miles de personas sin conexión a energía eléctrica. La empresa privada administradora de la energía en Chile, la italiana Enel, ha dicho que la complejidad de las fallas originadas con el desmoronamiento de más 2.000 árboles sobre la red de distribución instalada en superficie, ha impedido una pronta reposición del suministro.
Se ha señalado que el impacto en el tendido eléctrico ha sido incluso mayor que en el terremoto registrado en 2010 en la zona central del país andino, cuya magnitud fue de 8,8 grados en la escala de Richter.
"Hubo una debacle de la electricidad, porque la conectividad eléctrica en Chile es muy anticuada, casi colonial. Hay muchos cables en desuso, postes que no tienen la fortaleza para enfrentar vientos, hay muchos cables entre árboles viejos o de raíz muy superficiales. Entonces, si se cae un árbol, arrastra una gran cantidad de cables y deja sin luz a miles de personas", explicó el entrevistado.
Un informe elaborado por el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC) alertó que la destrucción provocada por desastres naturales fue la mayor causa de desplazamientos internos en 2023 en América, con 2,1 millones de personas forzadas a dejar sus hogares.
Las cifras del Banco Mundial indican que el número de migrantes climáticos en Latinoamérica podría alcanzar los 17 millones en 2050.
González Colville aseguró que los fondos de recursos por parte de los países desarrollados para financiar las pérdidas y daños por desastres naturales en las naciones subdesarrolladas, creados al alero de la Conferencia de las Partes de la de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP), podrían ser una alternativa para levantar a América Latina.
No obstante, afirmó que uno de los principales motores para gestionar este tipo de problemáticas es la voluntad para establecer políticas para la prevención de riesgos.
Información vía: AGENCIA XINHUA